Los lubricantes desempeñan un papel vital para garantizar el funcionamiento eficaz de diversos tipos de maquinaria y equipos, desde los motores de nuestros coches hasta las bisagras de nuestras puertas. Aunque los aceites y grasas multiusos ofrecen comodidad y versatilidad, no están pensados para usarse en todas partes.
Composición
Los lubricantes suelen estar compuestos por un aceite base con aditivos que aportan beneficios adicionales y/o ayudan al aceite en la aplicación. Las grasas también tienen un «jabón» que las mantiene unidas. Cada lubricante está formulado para satisfacer las necesidades de su equipo y entorno. Cuando se utiliza un lubricante inadecuado, los equipos y las piezas pueden sufrir todo tipo de problemas. Veamos qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir un lubricante y qué ocurre cuando no se tienen en cuenta.
Selección del aceite base
Los lubricantes suelen basarse en aceites minerales refinados que funcionan bien en condiciones genéricas. Sin embargo, algunas aplicaciones son demasiado extremas para que los aceites minerales puedan lubricar eficazmente. Cuando se trata de temperaturas extremas (por debajo de 0 °F o superior a 200°F), los aceites minerales se espesarán demasiado o se degradarán con demasiada rapidez (respectivamente), lo que los convierte en una mala elección. Los lubricantes sintéticos basados en otras bases, como los PAO o los ésteres, suelen ser más adecuados. Los lubricantes de aceite mineral tampoco deben tenerse en cuenta cuando se necesita biodegradabilidad, como en muchas aplicaciones marinas. En estos casos, considere las bases biodegradables, como ciertos ésteres.
Viscosidad
La viscosidad se refiere a la resistencia al flujo. Cuanto más viscoso sea un lubricante, más lentamente fluirá. Por el contrario, los productos menos viscosos fluyen más rápidamente. La viscosidad de un lubricante influye en todos los puntos que se indican a continuación, por lo que es un factor clave a la hora de seleccionar el lubricante que se va a utilizar.
Velocidad
Por lo general, las aplicaciones de alta velocidad utilizan fluidos de menor viscosidad. Estos lubricantes son similares a los fluidos, por lo que pueden desplazarse sin problemas por las piezas pequeñas a velocidades rápidas. Un lubricante más espeso y viscoso se atascaría en esas piezas, provocando agarrotamientos y fallos.
Temperatura
La temperatura es otra consideración clave. Cuando la temperatura es demasiado alta, pueden producirse efectos desagradables como separación, decoloración o degradación rápida. Cuando una temperatura es demasiado baja, puede espesarse o endurecerse, creando resistencia en la pieza, lo que puede provocar un aumento de la tensión en la pieza, presión, sobrecalentamiento, averías en el motor, etc.
Presión de carga
La composición de un lubricante depende en gran medida de la carga prevista. Se utilizan el aceite base y los aditivos adecuados para que el lubricante funcione correctamente sin verse afectado por la presión (y el calor que suele generar).
Humedad
No todos los lubricantes soportan los entornos húmedos. El agua procedente de la humedad general o de rociados intencionados, por ejemplo, competirá con un lubricante por la superficie metálica de las piezas de la máquina. Algunos lubricantes contienen aditivos destinados a proteger los equipos de la oxidación y la corrosión. Estos aditivos son ideales para la mayoría de los entornos húmedos, pero pueden no ser adecuados para otros y requerir otros aditivos para cumplir su función.
Aunque los lubricantes polivalentes pueden cumplir algunos de estos requisitos, los lubricantes especializados están mejor equipados para tratar aspectos específicos de la lubricación. Si tiene preguntas sobre lubricación y necesita ayuda para encontrar las soluciones adecuadas para su aplicación, no dude en ponerse en contacto con su representante de JAX o directamente con nosotros.